LA VELA Y EL FÓSFORO
Aquella noche el fósforo se había decidido cumplir el propósito de su vida, y encendiéndose le dijo a la vela:
-Hoy te encenderé.
– ¡Oh no!, dijo la vela. ¿Tú no te das cuenta que, si me enciendes, mis días estarán contados?; no me hagas una maldad de ésas.
– ¿Entonces tú quieres permanecer así toda tu vida? ¿Dura, fría y sin haber brillado nunca?, preguntó el fósforo.
– ¿Pero tienes que quemarme? Eso duele y además consume todas mis fuerzas. Murmuró la vela.
Entonces, respondió el fósforo:
– ¡Tienes toda la razón! pero ésa es nuestra misión. Tú y yo fuimos hechos para ser luz y lo que yo, como fósforo puedo hacer, es muy poco, mi llama es pequeña y corta; pero si te paso mi llama, cumpliré con el sentido de mi vida. Yo fui hecho no para iluminar vidas sino para comenzar el fuego. Ahora, tú eres una vela y tu misión es brillar. Todo tu dolor y energía se transformarán en luz y calor por un buen tiempo.
Oyendo eso, la vela miró al fósforo que ya estaba en el final de su llama y le dijo:
– ¡Por favor, enciéndeme! estoy preparado para cumplir el propósito de mi vida
El fósforo le proporciono de su llama y ahora la vela producía una linda y brillante luz, que daba calor e iluminaba a quien tanto lo necesitaba.
Así como la vela, a veces es necesario pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento, para que lo mejor que tenemos sea compartido y podamos ser luz.
Entonces, si tuvieras que pasar por la experiencia de la vela, recuerda que compartir el amor y las experiencias es el combustible que nos mantiene vivos. Y cuando sientas que ya no puedas más, recuerda que es porque una pequeña llama, está haciendo que se produzca una luz en ti que está a punto de florecer.
Todos nosotros somos la luz del mundo…Hagamos brillar nuestra luz delante de todos, para que puedan ver las buenas obras y alaben a Dios nuestro Creador y Padre. Mateo 5:14-16 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos.
Si vivimos por Cristo, vamos a brillar como aquella vela, mostrando a otros quién es ÉL. No ocultes tu luz del resto del mundo es tu misión y la mía ser la luz en medio de la oscuridad.