18 de abril de 2024
Reflexiones

CURA PARA EL ALMA

El sol de mediodía castiga la carretera con la fuerza del verano.

Un hombre humilde carga un bulto muy pesado sobre sus hombros. Todos lo conocen en la ciudad, por su espíritu de servicio y su fidelidad a Dios.

Al cruzarse en el camino con un muchacho incrédulo, oye una voz socarrona, que le dice: ¿como sabes que eres salvo?

El cristiano sigue unos pasos adelante, y deja caer la carga; entonces dice: ¿como se que se me cayó el bulto?, no he mirado atrás.

No, replica el muchacho, no has mirado atrás, pero ya no sientes el peso.

¡exactamente! Exclamo el hombre. Es por esa misma razón que se que soy salvo; ya no siento la carga de pecado y de tristeza y he encontrado paz y satisfacción en el Señor.

Nahúm 3:19  No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quien no paso continuamente tu maldad?. Vemos que el texto anterior habla sobre una improbabilidad; no hay medicina para tu quemadura, afirma el profeta.

Se está refiriendo al pecado; cuando el pecado toca una vida la anula poco a poco. Los estragos del pecado no aparecen intempestivamente; en la mayoría de los casos, no son como los efectos que causa la lepra. En los tiempos bíblicos, el leproso solo notaba su mal cuando su carne empezaba a caer en pedazos; entonces ya era demasiado tarde, el pobre hombre tenía que abandonar a la familia, a los amigos, el trabajo, en fin. Su futuro era unirse con los otros enfermos, en el valle de los leprosos; en aquellos tiempos no había remedio para la lepra. Hoy, ayer y siempre, nunca habría remedio humano para el pecado.

No es solo asunto de conducta o de comportamiento, es un asunto del corazón, acompaña al pecador por donde quiera que vaya. La única solución es Jesucristo, y el no empieza trabajando por fuera, la fachada es lo último que el restaura; su maravilloso trabajo de salvación empieza donde está el nido del pecado. En la mente.

Si vienes a Jesús él te brindara una nueva mente, nuevas motivaciones, nuevos horizontes, una nueva vida; las cosas pasadas quedan enterradas para siempre, y la vida comienza a partir del encuentro con Jesús.

Recuerda bien esto a lo largo del día; y piensa en el planteo del profeta. no hay medicina para tu quebradura, tu herida es incurable; solo Cristo puede restaurarte y sanarte. Dios te bendiga.